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lunes, 1 de noviembre de 2010

Lecturas de mi verano 2010.

Unos de los libros que he leído este verano es El sueño de una noche de verano de William Shakespeare. Recomiendo su lectura porque en él Shakespeare nos muestra una de las características del amor y el enamoramiento: su imprevisibilidad. Como este sentimiento es imprevisible, como nos domina, como no tiene lógica ni razón y, sobre todo, que nadie estamos libres de que nuestro amor cambie, de volverse a enamorar en cualquier momento de nuestras vidas, aunque pensamos que no será así, que eso ya no nos pasará. A pesar de que siempre ha habido estudios filosóficos sobre el amor y ahora científicos, no logramos explicar este sentimiento, ni mucho menos dominarlo. Hay muchas respuestas y aportaciones, pero nadie ha dado con la solución. There ain’t no cure for love (no hay cura para el amor), cantaba Leonard Cohen. O, como también afirma Aristóteles, quién no atinaría disparando a una puerta, pero qué difícil es dar en el blanco. Se dicen muchas cosas, pero nadie acierta en el blanco del amor. Por ello Shakesperare recurre o todo un mundo de ensueño, hadas y otros personajes mitológicos como causantes de las vicisitudes amorosas por las que pasan los personajes principales de la obra: Hermia, Lisandro, Demetrio y Helena.
El amor es como una gripe, uno nunca está inmunizado contra ella, porque la próxima vez el virus será distinto. Y cómo las gripes, generalmente también se pasan.

Francisco Belda de la Santa.

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