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domingo, 9 de mayo de 2010

UNA LENGUA SIN LENGUAJE







Es curioso observar cómo se puede escribir en un idioma del que todos somos conocedores y, sin embargo, no enterarnos de nada de lo que leemos.
Traigo a colación un trozo de texto correspondiente al Proyecto de Ley de Economía Sostenible, que el Gobierno remitió no hace mucho a las Cortes, en el cual el hermetismo y la incomprensibilidad hacen gala por doquier. En referencia al lenguaje utilizado en dicho Proyecto, se puede leer: “ La Ley de Economía Sostenible se articula a través de medidas horizontales que se aplican tanto a agentes públicos como privados y nace con un doble objetivo fundamental: Mejorar la posición de salida de la crisis económica, reorientar la actividad económica hacia sectores con potencial de crecimiento a largo plazo, generadores de empleo y sostenibles desde un punto de vista económico, social y medioambiental, reforzando al mismo tiempo los elementos más sólidos y estables de nuestro modelo productivo. Esta ley es la pieza central de la Estrategia para la Economía Sostenible, un plan global de reformas estructurales que tienen como finalidad modernizar el patrón productivo e impulsar la recuperación de la economía española por una senda de crecimiento equilibrada y generador de empleo”.
La repera limonera.
¿Está escrito en castellano? Todos sabemos lo que es horizontal y lo que son medidas, pero “medidas horizontales” ¿Se referirá a las de los solares? Y ”agentes públicos” ¿Serán los de la circulación? Y “agentes privados ,¿Serán los de las inmobiliarias o los agentes de comercio y de aduanas? ¿Tiene algo que ver al agente comercial con el de aduanas y con los remedios de la crisis? Y “los sectores con potencial de crecimiento a largo plazo, generadores de empleo” ¿Qué serán? Y “los elementos más sólidos de nuestro modelo productivo” ¿Se referirán al cemento o al hormigón armado? Lo único que se entiende es lo de la senda: querrá decir que vamos por la senda de los cinco millones de parados.
Esto me recuerda a mi profesor de universidad, D. Fernando Lázaro Carreter, en concreto a uno de los numerosos artículos recogidos en su libro “El dardo en la palabra”, en el que hacía alusión a las jergas del lenguaje futbolero, las cuales podían ser del todo ininteligibles, como en el texto mencionado. Ponía a modo de ejemplo el siguiente titular: “Los colchoneros conquistaron un valioso positivo en la Rosaleda”. D. Fernando lo analizaba y decía: “Yo sé lo que es un colchonero, un señor que fabrica colchones. Y sé lo que es conquistar, ganar mediante operación de guerra un territorio. Sé qué es valioso, algo que vale mucho. Positivo, lo cierto, útil o práctico. Y sé que rosaleda es un jardín con muchos rosales. Bueno, pues aunque conozco todas y cada una de las palabras, no comprendo ese titular; ya que supongo que no querrá decir que los fabricantes de colchones lograron, mediante operación de guerra, algo práctico y de mucho valor en el jardín donde se cultivan las rosas”.
¿Disfrazamos el lenguaje para ocultar una dolorosa verdad? ¿Lo hacemos por imitar la enquistada tradición de los políticos a hablar mucho y no decir nada? ¿O es la metáfora ocurrente y simbólica la que nos empuja a darle literariedad a la lengua? Wellek, en su “Teoría de la Literatura”, habla del “extrañamiento del lenguaje” referido a la poesía; pero esto va mucho más allá de la estética literaria: esto es un ejercicio de indefinición que arruina la lengua e impide el proceso de comunicación.
Admitamos las jergas y riámonos con las ocurrencias de nuestro insigne catedrático Carreter, pero pasar por ese tejadillo de lenguaje oscuro para adormecer o entontecer al lector; eso sí que no.

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