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sábado, 10 de abril de 2010

Más poesía y menos Prozac

A medida que pasa el tiempo, desde éste balcón de la vida al que me encuentro asomado, constato con mayor claridad la necesidad de apostar por la poesía. “Mas poesía y menos Prozac”, podría decir parodiando el título del libro de Lou Marinoff "Más Platón y menos Prozac", menos visitas a las consultas de los psiquiatras y psicólogos, menos antidepresivos y más poesía. La poesía es gratuita y el Prozac y las visitas al médico hay que pagarlas. Lo digo para los que piensan en términos económicos, que también lo hay.

Quiero deciros que el mundo está falto de poesía, que la incomunicación, la tristeza, la falta de ganas de vivir y la soledad de este hombre del siglo XXI no siempre son tratables con fármacos, deciros que no se puede permanecer tantos días, semanas, meses y años en esta situación de insomnio que padecemos. Insomnio de “sueños”, quiero decir. Carencia de ilusiones, sueños, pasión, magia y deseos de vivir.

Vivimos una época de la historia en la que el hombre padece una gran indigencia de ternura y de sueños. Somos alérgicos a las caricias y a la melancolía. Consumimos grandes dosis de ansiolíticos con el único fin de mantenernos despiertos ¿? en este torbellino de “sensualidad enlatada” que embotellan en las fábricas de cosméticos, en los gimnasios o en los hoteles de lujo con yacusi, golf, desayuno en la cama y vistas al mar, mientras, sin saberlo nosotros, la hierba crece ahí afuera y somos incapaces de escuchar el rumor del agua que discurre felizmente inútil hacia la razón última del océano.

Os escribo esto amigos de la tertulia para haceros participes de este pensamiento y mostraros mi convicción más profunda de que hay que restaurar a su lugar a la poesía para poder resolver los grandes conflictos que ocupan al ser humano, para curar esta enfermedad de soledad y materialismo que se está convirtiendo en una pandemia en nuestra civilización. Debiéramos regalarles a los políticos, ahora, para el día del libro, un libro de poesía, para que incluyan en sus actas unos versos, sembrar sus despachos de confeti y colocarles un gran espejo detrás de las puertas para que antes de cerrarlas se miren la cara y descubran lo lejos que les queda la solidaridad, la justicia, la honradez y la credibilidad.

Pilar nos recuerda en su texto “Miguel Hernández: Oficio de Poeta” a aquel poeta pastor, glorioso y grande en su sencillez y en su pasión, que no se marchó exiliado de España huyendo de la guerra, aquél hombre que compartió versos y fusil y amó hasta la muerte su libertad y su poesía. Poeta de la guerra, que cantó con lágrimas la incomprensión de los hombres contra los hombres, que cantó al amor de la manera más encendida que se puede cantar, que es amando. Aquel poeta que pensó que era posible cambiar las balas por las flores que soñó con pan y cebolla para todos los niños del mundo, que quiso abrazar el mar y ponerlo en medio de los hombres para separarlos en su odio y unirlos en su generosidad.

Esta primavera, los poemas de M. Hernández han salido de los estantes de mi biblioteca y la lectura de sus versos ha sembrado de lágrimas mi mesa y de esperanza mi alma. ¡Qué maravilla!, rescatar esas ganas de vivir, esa pasión por la luz, ese insólito e infinito amor a la mujer, crisol de ternura y de vida.

Primaveras, otoños, veranos e inviernos se suceden en nuestras vidas y desde la ventana de nuestra casa vemos como la poesía toca con sus nudillos de espuma en su cristal, invitándonos a comprender que lo más importante en este mundo no es lo que se compra sino lo que se regala generosamente.

Yo quisiera que por lo menos un día, en todo el planeta, se cambiaran las bombas, las injusticias, los asaltos, las violaciones, los asesinatos, las infamias, por unos versos.

¡Qué maravilla!, os imagináis un verso dicho al unísono por todos y cada uno de los seres humanos que pisamos este planeta en un mismo instante.

¿Qué versos elegirías tú para ese día?

... Y yo me encargaría de poner las estrellas atadas con un hilo que rodee la Tierra para que nos iluminen en la “gran fiesta de la poesía”.

… y el mar también acudirá para bañarnos los pies.

José Manuel

1 comentarios:

Tertulia La Vega dijo...

ME PARECE UN TEXTO TAN AUTÉNTICO Y DE TANTA SENSIBILIDAD QUE DEBERÍAS PUBLICARLO EN FOROS DIFERENTES PORQUE LO DEBERÍA VER MUCHISIMAS PERSONAS. MI MÁS SINCERA ENHORABUENA. La poesia es necesaria y humaniza a los deshumanizados.

saludos de marisol