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jueves, 22 de octubre de 2009

La Contribución de la Fotografía como Documento Social


La fotografía post-mortem que tiene su origen, desarrollo y evolución en el XIX y comienzos del XX nos muestra no sólo una profesión, una técnica, un género sino una forma de sentir de aquellos hombres y mujeres que sintieron la necesidad de rendir culto a sus muertos utilizando la forma que tenían más a su alcance: la fotografía. El ritual de la muerte que se practicaba obedecía a la manifestación humana de conmemorar y homenajear a sus seres queridos que un día dijeron adiós para no volver.
Fotografiar la imagen del difunto, podía tener varias interpretaciones: como una forma de hacer pervivir el alma entre los familiares, simplemente como recordatorio familiar para evitar el olvido o ambas a la vez, que no son incompatibles.

El tratamiento de los detalles como las posturas, vestimentas, la decoración, nos muestra el cariño y cuidado con el que se trataba al fallecido. Se ponía empeño, incluso, en mostrar al difunto como si estuviese vivo o en un dulce sueño, tal vez, para recordar al difunto tal y como se le conocía en vida y con ello poder evitar que la muerte se apropiara de su alma.

Fue un tipo de fotografía que demostraba que el sentimiento hacia los seres queridos no entiende de clases. La muerte nos iguala a todos y la fotografía contribuyó a ello con esas representaciones. Todos veían en la fotografía el medio más apropiado para recordar a sus seres queridos. La imagen para el recuerdo. El recuerdo para evitar el olvido.

El Hombre, La Fotografía, La Muerte. Una relación estrecha que ha dado grandes imágenes de grandes mujeres y hombres y que nos ha permitido conocer para comprender más y mejor.

La fotografía penetra en lo más íntimo de nuestras vidas. La fotografía nace para el recuerdo y el recuerdo se activa a través de una fotografía. Se hace memorable. Con ella ríes, lloras, sientes nostalgia, nos remueve nuestros sentimientos más profundos. En ese momento en el que la miramos nos damos cuenta que revivimos momentos que creíamos que habían muerto.

La fotografía de un ser querido nos permite activar nuestra memoria más remota, la más perdida o la más inmediata. La imagen se convierte en una guía del recuerdo.

La imagen fotográfica habla por sí sola. No nos hace esperar. Ahí está, ante nuestros ojos y nuestros ojos la miran atentamente, y, en un instante, en una décima de segundo vienen otras imágenes que nos hacen revivir los momentos que un día fueron y que dejaron de ser.

Le debemos tanto a la fotografía que sólo puedo decir gracias por haber venido, sin ti, nuestros recuerdos estarían borrados y nuestros seres queridos seguirían atrapados en un espacio, en un tiempo, que sólo tú has podido liberar.
Marisol Angulo (Profesora de Historia del Arte)

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