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viernes, 17 de julio de 2009

MONTAIGNE: EL SUICIDIO COMO EVENTO LITERARIO


“La historia está llena de gentes que de mil maneras distintas cambiaron una vida penosa por la muerte”. En el capítulo II del Libro Segundo de sus Ensayos, Montaigne abre sin contemplaciones el debate del suicidio, algo impensable durante siglo. Era costumbre en muchos lugares de la antigua Grecia la gestión administrativa del suicidio, que el interesado solicitaba y, las autoridades, si procedía, le consentían ejecutar.

“Hay en la vida acontecimientos más difíciles de soportar que la misma muerte” sugiere Montaigne. Apoyándose en su abrumadora erudición, debate consigo mismo el sentido de la conducta suicida. “ Dicen que el sabio vive tanto como debe, no tanto como puede; y que el mayor presente que nos ha hecho la Naturaleza y que nos priva de poder quejarnos de nuestra condición es habernos dejado la posibilidad de tomar las de Villadiego. La muerte voluntaria es la más bella. La vida depende de la voluntad de otros; la muerte de la nuestra”.

Montaigne rehumaniza el acto suicida deshaciendo el nudo establecido muchos siglos atrás por S. Agustín. En el s. XVIII, Hume acotó el sentido del suicidio como acto individual en sus Ensayos sobre la moral y política. En el s. XIX el suicidio de Werther acabó de inflamar los corazones románticos. Infierno y cielo marchan a la par en los grandes procesos de contradicción: destrucción y creación. Ya he comentado a Larra y su pistoletazo por estar “condenado a decir cosas que nadie quiere escuchar”. Las fiebres del Romanticismo trajeron epidemias suicidas a toda Europa. Se instituye la figura del genio individual que rompe moldes y sólo rinde cuentas ante sí mismo. Dostoievski en Los demonios proclama: Dios inventó al hombre para vivir sin matarse”.

Si llegamos al absurdo existencial del s. XX, fueron los artistas y los escritores los más expuestos a la desesperación propiciada por los horrores del s. XX: las dos guerras mundiales, el Holocausto, los totalitarismos…etc. Los caminos del alma son inescrutables. El mismo Pavese acabó con su vida en el mejor momento de su carrera. Hemingway, Virginia Woolf, Paul Celan…, y aquellos que tomaron partido por el suicidio crónico a través de las drogas, el alcohol. El suicidio como una forma aristócrata de morir imitando a los romanos estoicos.

Comentaba Paco la falta de ética en este acto. Pero hay que preguntarse qué es la ética, una parte de la Filosofía que trata sobre el bien y el mal? Y quién dice lo qué está bien o mal? Sólo la corriente cultural del momento, que puede cambiar de la Grecia clásica a la homilía cristiana de los domingos modernos.

Os invito a rescatar a Montaigne a leer sus Ensayos, atemporales, inmortales, vigentes en un mundo que se desmorona ante la insensibilidad de los poderosos, el egoísmo de los supuestamente civilizados y en definitiva ante la impresentabilidad de esto que llamamos “hombre” (podeís bajaros los libros en los enlaces que pongo al final).

Pilar Rodríguez ( miembro de la tertulia “La Vega”)

Enlaces de interés:

Montaigne.
El suicidio en la Filosofía
El suicidio en la narrativa de Juan Carlos Onetti: Una opción frente al infierno tan temido
Descarga (en formato digital) de los libros de Ensayos de Monaigne.

LIBRO I, LIBRO II y LIBRO III, Diario del Viaje a Italia

4 comentarios:

Tertulia La Vega dijo...

Es verdad que en la literatura el suicidio ha sido un elemento argumental muy importante y que una situación personal traumática o una enfermedad mental nos puede llevar a ese estado límite sin retorno y yo diría que “casi sin justificación” que es el suicido.

Para llegar a materializar el suicido hace falta mucho valor si estás cuerdo y basta una simple contrariedad si estás loco.

El suicidio, en mi opinión, es una situación límite, de derrota irremediable. Realmente, el ser humano no está concebido para perder batallas, aunque las pierde a menudo. El ser humano está concebido en su estado más natural para ser feliz. No es deseable tener al lado tuyo a un familiar o a un amigo que se suicide, créeme que resulta dolorosamente esclarecedor vivir la experiencia.

Es verdad que podemos hablar de un tipo de suicidio, el que cometemos en nosotros mismos cada vez que nos negamos a vivir y deambulamos sonámbulos en este mundo, sin esperanza alguna. Como tu apuntas, me preocupa mucho ese “suicidio funcional” al que nos sometemos cuando nos abandonamos a las drogas o al alcohol, o simplemente cerramos las ventanas y las puertas de nuestra casa para que no entre ni la luz. Mi experiencia personal en el tema del suicidio es muy dolorosa y aunque en ocasiones lo justifico en otras lo niego y no lo comprendo, porque ese tipo de “derrota definitiva” que es el suicidio es muy difícil de asumir. Terminar de manera violenta e instantánea con tu vida es un “asunto de envergadura”.

Me gusta cuando dices “El suicidio como una forma aristócrata de morir imitando a los romanos estoicos”. Aquellos romanos que pensaban que habían agotado las ideas y las expresiones mundanas del placer de los sentidos, se entregaban al suicido como una forma de experimentar nuevas sensaciones o quizá por hastío de su malograda concupiscencia.

En cualquier caso es bueno desligar este acto tan humano de los atavismos religiosos y de las “morales de distinto rasero” con las que se han medido los seres humanos entre sí.

Ser dueño de tu vida es un buen argumento para construir tu propia vida, pero no lo es tanto para acabar con ella. Plantear una “ética para el suicidio” no me parece una buena forma de abordar el tema. La ética más bien deber ser hacia los demás, mientras que el suicidio es una cuestión hacia ti mismo.

Este artículo junto con el de lara que nos has escrito son un buen comienzo para lanzarnos al debate cuando nos juntemos.

Gracias por tu aportación. Es de mucho interés para nuestros objetivos en la tertulia.

José Manuel Ruiz
(miembro de la tertulia La Vega)

Tertulia La Vega dijo...

Es cierto, Pilar, que hay algunas, no muchas, definiciones de ética, pero la definición que yo manejo es la que surge en la filosofía griega y recoge Spinoza en el siglo XVII. Ética: conjunto de normas y acciones que van dirigidas a preservar la vida y la salud de los seres humanos. Según esta definición queda claro qué es el bien ético y el mal ético. El suicidio es, por tanto, un mal ético. Ahora bien, el bien y el mal pueden estar referidos a otras cosas y si esas otras cosas no tienen nada que ver con la salud, entonces no son éticas, sino de otro tipo: morales, educativas, deportivas etc. Así evitamos, como tú dices, que el bien y el mal ético sea "la corriente cultural del momento" y sea algo objetivo. Tampoco creo que el suicidio sea un acto de libertad porque no somos libres. Aquí sigo, de nuevo, a Spinoza: somos conscientes de nuestros propósitos, pero ignoramos las causas que los producen. Esto es, nuestra voluntad no es libre, sino que está determinada por causas que ignoramos. ¿Por qué va a ser más libre elegir morir que vivir, sobre todo si nuestra vida no es agradable?
Por otro lado, no estoy de acuerdo con lo que dice José Manuel de que la ética es un deber ser hacia los demás y no hacia uno mismo. Según la definición de arriba, la ética es un deber hacia los demás y hacia uno mismo: cuidar la salud propia y la de los demás. “Ética para el suicidio” es una contradicción. Y tampoco es cierto que todos los estoicos, romanos y griegos estuvieran de acuerdo con el suicidio, más bien, al contrario: alcanzar la apatía, la ataraxia y aceptar el destino (máximas de la ética y moral estoica) eran precisamente para evitar el suicidio.
Francisco Belda de la Santa.

Tertulia La Vega dijo...

Hay un error en la referencia al texto de Montaigne: se trata del capítulo tercero del libro segundo, que lleva por título "Costumbre de la Isla de Cea". Leer a Montaigne es siempre un placer. Gracias, Pilar, por el refresco veraniego.

En la entrada en cuestion, termina Montaigne diciendo que "solo el dolor extremo o la seguridad de una muerte peor que el suicidio me parecen los más excusables motivos para abandonar la vida". Parece que este modo de cerrar el tema aleja a Montaigne del furor suicida de algunos románticos.

Moises Velasco

Tertulia La Vega dijo...

A raiz del comentario de Paco, leo la Ética de Spinoza en busca de una referencia directa al tema del suicidio; la encuentro en la proposición XVIII del libro cuarto.

"Como la razón no exige nada que sea contrario a la naturaleza, exige, por consiguiente, que cada cual se ame a sí mismo, busque su utilidad propia, apetezca todo aquello que conduce al hombre a una perfección mayor, y, en términos absolutos, que cada cual se esfuerce cuanto está en su mano para conservar su ser [...] Supuesto, además, que la virtud no es otra cosa que actuar según las leyes de la propia naturaleza, y que nadie se esfuerza en conservar su ser sino en virtud de las leyes de su propia naturaleza, se sigue de ello: primero, que el fundamento de la virtud es el esfuerzo mismo por conservar el ser propio, y la felicidad consiste en el hecho de que el hombre puede conservar su ser. Se sigue tambien, segundo: que la virtud debe ser apetecida por sí misma, y que no debemos apetecerla por obra de otra causa más excelente o útil para nosotros que la virtud misma. Se sigue, por último, tercero: que los que se suicidan son de ánimo impotente, y están completamente derrotados por causas exteriores que repugnan a su naturaleza".

Entra uno en Spinoza y es como si abandonara de golpe nuestro mundo; de un golpe de palabras.

Moisés Velasco