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lunes, 29 de junio de 2009

Sobre el cuerpo humano.


A propósito de la muerte de Michael Jackson podemos hacernos las siguientes preguntas filosóficas: ¿Son verdaderas todas aquellas afirmaciones que dicen que somos dueños, propietarios, de nuestro cuerpo? ¿Aquellas afirmaciones que, como consecuencia de lo anterior, dicen que podemos hacer con nuestro cuerpo lo que nos dé la gana, precisamente por ser propietarios de él? ¿Que esto es un derecho de todo ser humano? Para mí todas estas afirmaciones son falsas. No somos dueños o propietarios de nuestro cuerpo. Por tanto, no podemos hacer con él lo que queramos y no pueden existir tales derechos. Porque ser propietario o dueño de algo implica una relación (de propiedad) entre dos objetos o cosas, entonces, quién es el que posee mi cuerpo, quién es ese ser diferente a mi propio cuerpo que es su propietario. Desde una perspectiva religiosa o metafísica podríamos afirmar que es el alma, pero desde una perspectiva materialista no existe esa relación de propiedad porque se entiende que no existe el alma, ni la mente, ni el yo o la conciencia como realidad espiritual, metafísica dentro de nuestro cuerpo. Creer que somos propietarios de nuestro cuerpo es tener una concepción esclavista del mismo.

Por tanto, no somos ni propietarios ni no propietarios de nuestro cuerpo. Plantear así el problema es hacerlo desde un falso dualismo, porque hay otras opciones posibles. Podemos ensayar una posición ternaria, no binaria. Y esa tercera opción o término es que somos un cuerpo viviente por naturaleza y nuestro mandato ético es hacer todo lo posible por conservar la vida y la salud del cuerpo. Por tanto, no podemos hacer éticamente, es decir, en lo relativo a nuestra salud o integridad física, lo que queramos con nuestro cuerpo, sino que debemos hacer todo aquello que no perjudique o ayude a restaurar la salud mismo.

Francisco Belda de la Santa.

1 comentarios:

Tertulia La Vega dijo...

Desde una perspectiva materialista la conciencia es un producto de la materia: es la organización material de mi cerebro lo que me permite tener conciencia de mí mismo y de los otros. Si podemos hablar de conciencia en estos términos, ya tenemos uno de los dos polos de la relación de propiedad que exigías para dar sentido a la expresión “ser dueños de nuestro cuerpo” y, en consecuencia, al hecho de que los poderes públicos reconozcan el derecho a la integridad física y a la vida de sus ciudadanos.

Moises Velasco