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miércoles, 1 de julio de 2009

De la Comunicación


Para entender el fenómeno de la comunicación hoy en día vamos a intentar hacerlo desde la teoría hilemórfica de Aristóteles y algunas tesis defendidas por Platón. Siguiendo a Aristóteles podemos distinguir en la comunicación entre los seres humanos hablantes y escribientes dos partes: la parte formal y la parte material. Son dos partes disociables, pero no separables. La parte formal son los medios que empleamos para comunicarnos con otros. La parte material es el contenido de esa comunicación, lo que hablamos o escribimos. Hasta que no fue apareciendo la revolución tecnológica, la parte formal era reducida. O bien se hablaba directamente con otros, o bien se utilizaba el correo, las cartas manuscritas o más tarde mecanografiadas, se hablaba a través de terceros, se escribían libros. Pero después, con el inicio de la revolución tecnológica, apareció el teléfono, el telégrafo, la radio, la televisión, los teléfonos móviles con los SMS, Internet, las distintas formas de grabación etc. Es decir, la parte formal aumenta cuantitativamente. Entonces, parece evidente que formalmente estamos mucho mejor comunicados que antes. Sin embargo, la parte material de la comunicación es más difícil de clasificar a través de un análisis, porque habrá que responder a la pregunta ¿de qué hablan los millones de personas que formalmente están comunicados? Bueno, pues siguiendo a Platón, podríamos afirmar que la gente se comunica, habla, de lo que sabe. De lo que no se sabe no se puede hablar. Algo hay que saber de algo, siquiera para poder empezar a hablar o a opinar.

Quizá de lo que nos “quejamos” es que el aumento formal de la comunicación no implica que materialmente la gente hable de cosas de cierto nivel intelectual, sino de banalidades, trivialidades etc. y que esto vaya en aumento. Aunque otro problema sería definir o establecer los criterios para determinar cuándo alguien tiene poco nivel intelectual en sus conversaciones y cuándo no, porque no siempre la cosa está clara.

Francisco Belda de la Santa.

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