Estimado Jesús, estoy de acuerdo contigo en que tenemos los partidos políticos que nos merecemos (que demandamos). Pero yo no generalizaría y diría: todos los partidos políticos necesitan mentir, pero no todos los ciudadanos necesitan ser engañados. La prueba de ello es el índice de abstención que hay en unas elecciones más los votos en blanco que pueda haber. E incluso, el votante que se decanta por un partido lo puede hacer no porque piense que su partido va a hacerlo bien, sino porque es menos malo que el resto de partidos que hay para votar.
Francisco Belda de la Santa
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Tertulia La Vega
El libre pensamiento, la razón, la emoción y la pasión por la vida viajan con nosotros. La literatura, la filosofía, el arte, la ciencia... todos son caminos válidos para recorrer.
lunes, 11 de abril de 2011
martes, 5 de abril de 2011
Las elecciones.
Como todos sabemos, aunque algunas veces tratamos de engañarnos fingiendo ignorancia, en las elecciones los políticos prometen todo lo que los electores quieren escuchar. Prometen en función de la demanda, por lo que, alguna veces, no engañan a nadie, hacen lo que les pedimos. Son profesionales de las ilusiones y las mentiras, como tantos sectores de la sociedad (las iglesias y sus religiones son otro ejemplo ). ¿Cambiando a Zapatero se resuelve el problema?, ¿Rajoy,resolverá el problema del paro?,.. etc. Sabemos que no, pero cada uno de nosotros, que pertenece a un rebaño (utilizo la palabra igual que se emplea en religión ), quiere creer que se hará realidad. Nos engañamos porque necesitamos este engaño.La situación es complicada y necesitamos promesas e ilusiones (no solamente en nuestra vida interior), por lo que necesitamos las promesas de estos especialistas de la magia que son los políticos. Y, aunque nos engañen, seguiremos votando y esperando que lo que prometen se cumpla. Ejemplo local de este actuar como ovejas pertenecientes a un rebaño no religioso ( siento que siempre sean estos animales los que se lleven el ejemplo de tontura, la ciencia nos dirá el día de mañana si estamos equivocados o no con el ejemplo ): El tren no llegará a Tomelloso. El Partido Popular no lo incluyó cuando planificó la línea Madrid-Jaén y el PSOE prometió la llegada del tren. Los votantes siguen religiosamente votando a sus partidos/iglesias a pesar del engaño. El ser humano necesita creer en un ser superior y... en un ser inferior, que les indique el camino y les tranquilice sobre el futuro de su cuerpo y alma y... de su trabajo, dinero, familia, jubilación. El futuro en el cielo y en la tierra. Podemos no creer en los políticos, como se puede vivir sin creer en un ser superior, aunque en más complicado no tener en la mesita de noche al santo respectivo del PSOE, PP o IU, pues los problemas que, presuntamente resuelven, los tenemos más cercanos, mientras que los otros pueden esperar (exceptuando que tengamos alguna enfermedad o crisis existencial y haya que mirar arriba). En resumen, compremos las hojas parroquiales (medios de formación de opinión o prensa) y hagamos caso de las promesas de los políticos para estar ilusionados un tiempo. En caso contrario, descanso y otra cosa menos en la que creer y sentirnos engañados. Jesús García-Chicote Olmedo.
miércoles, 30 de marzo de 2011
Discurso de Federico García Lorca al inaugurar la biblioteca de su pueblo
Medio pan y un libro.
Medio pan y un libro.
Alocución de Federico García Lorca al pueblo de Fuente Vaqueros (Granada) en septiembre de 1931:
"Cuando alguien va al teatro, a un concierto o a una fiesta de cualquier índole que sea, si la fiesta es de su agrado, recuerda inmediatamente y lamenta que las personas que él quiere no se encuentren allí. «Lo que le gustaría esto a mi hermana, a mi padre», piensa, y no goza ya del espectáculo sino a través de una leve melancolía. Ésta es la melancolía que yo siento, no por la gente de mi casa, que sería pequeño y ruin, sino por todas las criaturas que por falta de medios y por desgracia suya no gozan del supremo bien de la belleza que es vida y es bondad y es serenidad y es pasión".
"Por eso no tengo nunca un libro, porque regalo cuantos compro, que son infinitos, y por eso estoy aquí honrado y contento de inaugurar esta biblioteca del pueblo, la primera seguramente en toda la provincia de Granada".
"No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio de Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social".
"Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos libros?"
"¡Libros! ¡Libros! Hace aquí una palabra mágica que equivale a decir: «amor, amor», y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras. Cuando el insigne escritor ruso Fedor Dostoyevsky, padre de la revolución rusa mucho más que Lenin, estaba prisionero en la Siberia , alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita; y pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo decía: «¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!». Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua: pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed".
"Ya ha dicho el gran Menéndez Pidal, uno de los sabios más verdaderos de Europa, que el lema de la República debe ser: «Cultura». Cultura porque sólo a través de ella se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz".
"Cuando alguien va al teatro, a un concierto o a una fiesta de cualquier índole que sea, si la fiesta es de su agrado, recuerda inmediatamente y lamenta que las personas que él quiere no se encuentren allí. «Lo que le gustaría esto a mi hermana, a mi padre», piensa, y no goza ya del espectáculo sino a través de una leve melancolía. Ésta es la melancolía que yo siento, no por la gente de mi casa, que sería pequeño y ruin, sino por todas las criaturas que por falta de medios y por desgracia suya no gozan del supremo bien de la belleza que es vida y es bondad y es serenidad y es pasión".
"Por eso no tengo nunca un libro, porque regalo cuantos compro, que son infinitos, y por eso estoy aquí honrado y contento de inaugurar esta biblioteca del pueblo, la primera seguramente en toda la provincia de Granada".
"No sólo de pan vive el hombre. Yo, si tuviera hambre y estuviera desvalido en la calle no pediría un pan; sino que pediría medio pan y un libro. Y yo ataco desde aquí violentamente a los que solamente hablan de reivindicaciones económicas sin nombrar jamás las reivindicaciones culturales que es lo que los pueblos piden a gritos. Bien está que todos los hombres coman, pero que todos los hombres sepan. Que gocen todos los frutos del espíritu humano porque lo contrario es convertirlos en máquinas al servicio de Estado, es convertirlos en esclavos de una terrible organización social".
"Yo tengo mucha más lástima de un hombre que quiere saber y no puede, que de un hambriento. Porque un hambriento puede calmar su hambre fácilmente con un pedazo de pan o con unas frutas, pero un hombre que tiene ansia de saber y no tiene medios, sufre una terrible agonía porque son libros, libros, muchos libros los que necesita y ¿dónde están esos libros?"
"¡Libros! ¡Libros! Hace aquí una palabra mágica que equivale a decir: «amor, amor», y que debían los pueblos pedir como piden pan o como anhelan la lluvia para sus sementeras. Cuando el insigne escritor ruso Fedor Dostoyevsky, padre de la revolución rusa mucho más que Lenin, estaba prisionero en la Siberia , alejado del mundo, entre cuatro paredes y cercado por desoladas llanuras de nieve infinita; y pedía socorro en carta a su lejana familia, sólo decía: «¡Enviadme libros, libros, muchos libros para que mi alma no muera!». Tenía frío y no pedía fuego, tenía terrible sed y no pedía agua: pedía libros, es decir, horizontes, es decir, escaleras para subir la cumbre del espíritu y del corazón. Porque la agonía física, biológica, natural, de un cuerpo por hambre, sed".
"Ya ha dicho el gran Menéndez Pidal, uno de los sabios más verdaderos de Europa, que el lema de la República debe ser: «Cultura». Cultura porque sólo a través de ella se pueden resolver los problemas en que hoy se debate el pueblo lleno de fe, pero falto de luz".
Pilar Rodríguez
domingo, 27 de marzo de 2011
Sobre la mentira política.
Queridos compañeros de tertulia, ahora que se aproximan elecciones os dejo una reflexión sobre la mentira política. La escuché en una conferencia de Gustavo Bueno, leyendo él a Tucídides cuando este habla de los discursos de Diódoto:
Diódoto concluye que hasta un orador que desee decir qué es mejor deberá mentir a la multitud para que esta confíe en él y que es imposible beneficiar a la ciudad y sólo a la ciudad sin engañarla. Con notable franqueza Diódoto dice a los atenienses que los engañará.
Esta reflexión nos deja con la siguiente cuestión ¿por qué es imposible ganarse la confianza de la ciudad sin mentirle?
Francisco Belda de la Santa.
Diódoto concluye que hasta un orador que desee decir qué es mejor deberá mentir a la multitud para que esta confíe en él y que es imposible beneficiar a la ciudad y sólo a la ciudad sin engañarla. Con notable franqueza Diódoto dice a los atenienses que los engañará.
Esta reflexión nos deja con la siguiente cuestión ¿por qué es imposible ganarse la confianza de la ciudad sin mentirle?
Francisco Belda de la Santa.
lunes, 21 de marzo de 2011
Sobre lo pequeño
Michaux y la reducción japonesa de los árboles, las personas y los gestos. Barthes, donde Michaux encuentra pequeñez exasperante, descubre el encuadre. Lo pequeño en Japón, escribe cuarenta años después en El imperio de los signos, solo nos lo parece porque somos víctimas de una mitología que exalta lo grande; el encuadre, lleno de nada o de vacío, hace crecer alrededor de la cosa un espacio que, únicamente a nuestros ojos, la convierte en diminuta.
M
sábado, 19 de marzo de 2011
Un bárbaro en Japón, multiplicado.
En nuestra reunión de ayer, hablábamos de Japón y a mi me dio por recordar un breve texto de Michaux en el que escribe sus impresiones sobre los japoneses. El libro se llama Un barbaro en Asia y está escrito en 1933, antes de que empezara la guerra. La mayor parte de la obra está centrada en la India; otra buena parte la dedica a China; sólo las últimas 20 paginas tratan de Japón. Pues bien, de estas 20 páginas, he copiado y subido a la confusa nube de los archivos ofrecidos estas cinco primeras. Un texto como este solo puede estar escrito en aquellos años, en los que la fiebre de la voluntad encendía algo más que el campo del puro discurrir político.
domingo, 13 de febrero de 2011
Sobre el libro reglas y consejos sobre investigación científica de Santiago Ramón y Cajal.
La editorial Planeta DeAgostini puso a la venta hace unas semanas una colección titulada grandes pensadores españoles. Me pareció una idea excelente ya que el pensamiento y la filosofía española no se valora como se merece frente a otras, como la alemana, la francesa o la británica. Incluso en nuestros planes de estudio de bachillerato, la filosofía española, tiene una mínima presencia y se limita a Ortega y Gasset, como si no hubiera otros filósofos anteriores y una larga tradición de filosofía española. Quizá esto se lo debamos al mito de la leyenda negra. Que desde otros países se quiera infravalorar la filosofía española es entendible, pero hacerlo desde España no lo es tanto, a no ser que exista una especie de arrepentimiento por nuestra historia por parte de las autoridades políticas y envidia de la historia de otros países europeos, idea esta, producida, según otros, por la leyenda negra. Idea falsa.
En fin, como decía, me parece una excelente idea poner en valor el pensamiento y la filosofía españolas.
El libro de Ramón y Cajal, reglas y consejos sobre la investigación científica, es excelente. Pertenece a su discurso pronunciado en su ingreso en la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales en 1897, aunque con múltiples retoques, según nos dice el propio Ramón y Cajal. Prologado para otra edición años más tarde por Severo Ochoa, afirma éste que debería ser de lectura obligatoria para los alumnos de bachillerato. El libro es de fácil lectura, acertado en sus afirmaciones y, sobre todo, transmite la pasión por la investigación científica en particular y el deseo de saber en general. Para ello rompe el mito del genio, afirmando que los que consideramos grandes genios de ciencia y del saber general son personas más trabajadoras que geniales y que esto conveniente saberlo para que los jóvenes investigadores no se desalienten por creer que nunca podrán superar a esos grandes genios.
El libro nos muestra a un Ramón y Cajal, no sólo de gran formación científica, sino, y esto es lo sorprendente, filosófica y literaria, lo cual, esta es la tesis de este artículo, rompe la dicotomía ciencias y letras, tan difícil de superar entre las ideas de nuestra época. Os dejo el siguiente texto donde se muestra la crítica a esa dicotomía. Pertenece al capítulo IV del libro, titulado, lo que debe saber el aficionado a la investigación biológica. Cultura general.
Los estudios filosóficos constituyen, sobre todo, buena preparación y excelente gimnasia para el hombre de laboratorio. No deja, ciertamente, de llamar la atención el que muchos ilustres investigadores hayan llegado a la ciencia desde el campo de la filosofía (…) El especialista trabaja como una larva, asentado sobre una hoja y forjándose la ilusión de que su pequeño mundo se mece aislado en el espacio, el científico general, dotado de sentido filosófico, entrevé el tallo común a muchas ramas.
Francisco Belda de la Santa.
En fin, como decía, me parece una excelente idea poner en valor el pensamiento y la filosofía españolas.
El libro de Ramón y Cajal, reglas y consejos sobre la investigación científica, es excelente. Pertenece a su discurso pronunciado en su ingreso en la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales en 1897, aunque con múltiples retoques, según nos dice el propio Ramón y Cajal. Prologado para otra edición años más tarde por Severo Ochoa, afirma éste que debería ser de lectura obligatoria para los alumnos de bachillerato. El libro es de fácil lectura, acertado en sus afirmaciones y, sobre todo, transmite la pasión por la investigación científica en particular y el deseo de saber en general. Para ello rompe el mito del genio, afirmando que los que consideramos grandes genios de ciencia y del saber general son personas más trabajadoras que geniales y que esto conveniente saberlo para que los jóvenes investigadores no se desalienten por creer que nunca podrán superar a esos grandes genios.
El libro nos muestra a un Ramón y Cajal, no sólo de gran formación científica, sino, y esto es lo sorprendente, filosófica y literaria, lo cual, esta es la tesis de este artículo, rompe la dicotomía ciencias y letras, tan difícil de superar entre las ideas de nuestra época. Os dejo el siguiente texto donde se muestra la crítica a esa dicotomía. Pertenece al capítulo IV del libro, titulado, lo que debe saber el aficionado a la investigación biológica. Cultura general.
Los estudios filosóficos constituyen, sobre todo, buena preparación y excelente gimnasia para el hombre de laboratorio. No deja, ciertamente, de llamar la atención el que muchos ilustres investigadores hayan llegado a la ciencia desde el campo de la filosofía (…) El especialista trabaja como una larva, asentado sobre una hoja y forjándose la ilusión de que su pequeño mundo se mece aislado en el espacio, el científico general, dotado de sentido filosófico, entrevé el tallo común a muchas ramas.
Francisco Belda de la Santa.